Otoño

Ella jugaba a contar las hojas de los árboles, que cubrían la acera.
Él caminaba sin saber hacia dónde le conducían los pies.

Tropezaron en una calle cualquiera, musitaron a la vez un “lo siento”.

Se miraron un instante a los ojos. 

Ella se resistió a volver la cabeza, esbozó una sonrisa y continuó contando hojas.
Él apretó los labios, esforzándose por no preguntar su nombre, y prosiguió su camino.

Al día siguiente volverían a hacer el mismo camino… lo pensaron al tiempo.