Y se perdieron entre los pasillos
corriendo de la mano,
huyendo de invisibles enemigos;
se escondieron en los baños
riendo cual niños que han roto un plato...
...se miraron a los ojos,
se acercaron los labios,
tiraron al suelo carpetas, apuntes y folios en blanco.
La puerta fue su colchón,
mientras ella aferraba sus caderas con las piernas
respirando agitada y perdida ya en su piel,
mientras él la sostenía en equilibrada armonía
recreándose en el olor de su pelo.
En la facultad algunos rieron el descaro
de tal aventura que, envidiosos, tildaron de parvulario.