Los pasillos de los hospitales son blancos y muy largos. Bueno, no sé si los de todos los hospitales, al menos en este sí. Odio los hospitales, las batas blancas, los goteros, las camas altas con ruedas, el sonido de los monitores que controlan las constantes vitales, el olor raro que se respira...

- ¿Nerea?

No quiero abrir los ojos. A lo mejor me hago la dormida y paso del tema. El corazón me juega una mala pasada y se pone a latir a toda velocidad, alterando el monitor de mis constantes. "No cuela, nenita" dije la voz de mi conciencia, "haz una esfuerzo y habla con él".

Suspiro lo suficientemente suave como para que no se dé cuenta de que estoy suspirando. Creo que soy un poco más absurda según van pasando los minutos de mi vida. Allí está, pegado a la cortina del box. Tomás me mira con expresión asustada. Escucho las voces de Emi y de Jose hablando con el médico. Creo que comentan el hecho de que soy una chica del levante que estudia fuera de casa en este norte frío, por lo que avisar a mi familia sería un poco absurdo. Me centro de nuevo en Tomás y su expresión.

- Hola- musito. Sé que estuvo mal llamarle, pero es lo que me salió hacer. "En el fondo querías que pasara algo así, para que se pronunciara de una vez respecto a ti" canta la vocecilla, con sorna. Sí, había sido cruel llamarle en ese preciso momento. Debería haberlo dejado para más tarde, quizás cuando me hubieran dado el alta...

- ¿Cómo te encuentras?- pregunta, acercándose hasta quedar de pie a mi lado.

- Creo que como un queso gruyere- respondo sonriendo, tratando de quitar hierro al asunto. Él me recoge en un abrazo inesperado. Noto cómo me trata con cuidado, quizás con cariño. Cierro los brazos sobre su espalda poco a poco, sin creérmelo demasiado, no vaya a ser un espejismo. Miro el vial del suero anclado con esparadrapo a la mano y me doy cuenta de lo cerca que he estado de...

- He tenido miedo- susurra en mi oído. Un escalofrío recorre mi espalda y le aprieto un poco más contra mi cuerpo. "Disfruta de este momento, quizás no vuelvas a catarlo" recomienda la vocecilla.

- Yo también- musito, cerrando los ojos. Me besa el pelo y me estremezco. Se aparta lo suficiente para poder perderme en sus ojos verdes. Intento leer en ellos y en la foma en que aprieta los labios, formando una línea discontinua de boca. Quizás ahora puede ser el momento ideal para intentar arrancarle un beso de los labios. Quizás puedo reunir el suficiente valor y, si fracaso, le echaré la culpa al estado de shock. Quizás... "Ataca de una vez" urge la voz. Entrecierro los ojos y me acerco a su boca. El sonido del monitor se pierde en la nada, como todo el resto del hospital, del olor, de las batas blancas, de mis amigos que hablan fuera del box...

- ¿Qué ocurre?

El doctor de urgencias entra a toda pastilla en el box. Tomás se aleja y se lleva consigo sus labios. ¡Solo he podido rozarlos! "Lo tuyo, definitivamente, es la mala suerte..." sentencia la vocecilla, mientras observo al hombre de la bata blanca sonreir jocosamente y comentar que no me vienen bien las alteraciones en estos momento.

A mi no me hace ni puta gracia...

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Para los que hayais leído otros fragmentos de esta historia, he decidido cambiar el nombre a Sergio por Tomás. No me convencía nada. Trataré de cambiarlo en el resto de fragmentos, aunque puede que no sea el nombre definitivo (igual que el propio título de la historia, que sigue siendo provisional)
Ya lo había pensado otras veces. Las chicas cogen taxis para volver a casa por la noche, cuando acaba la fiesta. Pero yo no. Yo soy de ese otro tipo de chicas que prefieren volver a casa andando. No hay mucho camino desde los bares por lo que habitualmente paro hasta mi hogar, así que no creo que sea necesario gastar dinero a lo tonto.

Ya lo había pensado otras veces. ¿Se preocupará Sergio por si he llegado sana y salva a casa? Está claro que no, cuando no me dice "mándame un mensaje cuando llegues".

Puedo parecer aun más estúpida de lo normal, pero me preocupa que nadie se preocupe por mi. Antes sí lo hacían. Mi ex me obligaba a hacerle saber que estaba apaciblemente en mi cama: él se quedaba tranquilo y yo dormía mejor sabiendo que no desvelaba. Ahora tampoco desvelo, pero me duele que nadie se desvele por mí.

A veces pienso "y si ahora me cojen y me violan? Sería tan duro para él..." y me obligo a rectificarme "joder, Nerea, sería duro para tí, porque él no se preocupa por lo que te pueda pasa, no?"

A veces la vocecilla de mi conciencia tiene razón, así que esta vez la obligo a que me mantenga despierta mientras ando por las calles iluminadas por esas dichosas tenues farolas.

Y si le ocurriera algo a él? "Las peores noticias son las que llegan más pronto" me responde la vocecilla "Así que no tienes nada de qué preocuparte".

Noto un golpecito en la espalda y algo puntiagudo que marca mi cazadora a la altura del riñón derecho.

-Dame todo el dinero que tengas- dice una voz quebrada a mi espalda. Me entra el pánico. Mi casa está a apenas cuatro portales de distancia y no hay nadie más en la calle.

- So- solo tengo cuatro euros- musito, llenándose los ojos de lágrimas. "Cuatro puñeteros euros que podrías haberte gastado en un jodido taxi hasta la puerta de casa" gruñe la vocecilla, exaltada.

- Dámelos- urge, hundiendo la navaja en mi abrigo y clavando la punta en mi espalda. Estoy tan nerviosa que ni me duele el filo frío en la carne. Rebusco en el bolso la cartera y se me cae al suelo. Me muevo bruscamente a recogerla, el tipo se asusta y hunde el filo completo en mi carne. Grito de dolor. Él se asusta y sale corriendo en dirección contraria. Recojo la cartera del suelo y observo cómo su cuerpo se difumina en la oscuridad hasta desaparecer de mi vista. Me mareo. Duele la cuchillada.

Saco el móvil del bolsillo y llamo a la policía. Me dicen que me quede quieta, que una patrulla vendrá en menos de cinco minutos y que una ambulancia ya va de camino. Me siento en un portal cualquiera a esperar, mientras noto cómo va circulando la sangre debajo de la ropa. Mi vocecilla ha decidido callarse un rato, así que vuelvo a sacar el teléfono. Un tono, dos tonos...

- Sergio, me acaban de apuñalar por la espalda, una ambulancia viene a recogerme...
10-12-09

Y quedo suspendida en el abismo de la incertidumbre
regodeándome en la desidia de los días maltrechos
por lo que he caminado cargada de pertrechos
que he ido tirando al suelo
-uno tras otro-
hasta quedar liberada de los pesos del mundo
de las horas perdidas
de los besos mal dados
y las caricias prohibidas

El destino es caprichoso y no deja minutos para pensar
así que actuamos por impulsos innatos
-defendibles y defensivos-
que buscan la esencia del éxtasis primario
del placer genuino regodeado en las líneas del cuerpo
y me da por contar cada poro de su piel en mis sueños
por acariciar cada centímetro de esa piel cercana
que se mueve, predecible, en dirección contraria...
24-11-09

Me contorsiono, me tuerzo, me escuezo
me doy vueltas y sigo girando
me obstruyo, me mancho, me quemo
me doy golpes para sentir la realidad
me duelo, me duermo, me muero
me busco entre los pasos de las calles
me pierdo entre las voces que no hablan
me mimetizo en el ardor de mi propio suspiro
me corrompo el pensamiento con ideas absurdas
me acaricio, me toco, me siento
me robo la esperanza porque no me la puedo permitir

Te busco en la rareza del día y solo recuerdo la noche

me callo

me caigo otra vez

suspiro

esta vida no está hecha para mi

...o si?



¿Disfrutas viéndome sufrir? Oh! Debería haberlo imaginado...

Ladeo la cabeza, tratando de evitar su mirada. Quizás ni siquiera habría hecho falta: estoy casi convencida de que él se siente incómodo. Creo que, en este momento, en este caso concreto, vendría muy bien un cuchillo para cortar la tensión a nuestro alrededor...

"Imbécil" dice la voz de mi conciencia "Idiota, ¿no eres capaz de admitir que no quiere nada? Deja de hacerte pajas mentales, como aquella en la que te le tirabas... Mente sucia, depravada, degenerada..."
Sacudo la cabeza, tratando de callar esa vocecilla que no me deja en paz. Le miro de reojo. Sergio sigue la música y esboza una sonrisa mientras mueve ligeramente los labios... Daría tanto por rozarlos... "Otra vez, idiota? Es que no aprendes..." La vocecilla me insulta hasta que la ahogo en otro trago de cerveza. Se me escapa una risita entre dientes por mi victoria imaginaria contra esa puñetera voz.

- ¿De qué te ríes?- pregunta, enarcando una ceja, con expresión de extrañeza y curiosidad. Suspiro. Sus ojos son almendrados y verdes. Le pego otro trago a la cerveza. Su piel es muy suave al tacto. Enciendo un cigarrillo. Sus labios son finos y muy expresivos. Suspiro otra vez. Él espera.
- Bueno, supongo que de algo que acabo de recordar...- musito, evadiendo la pregunta. "Mierda, Nerea, gilipollas! Estás tonta, en serio... Quieres callarte de una jodida vez? No necesita más explicaciones y tu no quieres ahuyentarle" la vocecilla parece más calmada. Es cierto, quizás no necesite más explicaciones, pero soy demasiado sincera. Soy sincera hasta el suicidio colectivo de mis sentimientos.

Debería centrarme sencillamente en el nuevo proyecto. Debería estar pensando en que todavía no me he apuntado al concurso de fotografía y deberia haberlo hecho. Se me acabará el plazo. Pero ahí está, desconcertándome de nuevo. El reino oscuro de las carencias y necesidades se afana en destrozarme interiormente, recordándome cada muy poco tiempo lo que me falta, recordándome que estoy incompleta hasta el absurdo.

- ¿Nerea?
Vuelvo al mundo real y me engancho a sus ojos verdes. Definitivamente, estoy enganchada a la gilipollez en estado puro, a la tontería más profunda. Soy una idiota, como bien me ha dicho mi vocecilla.
- Déjalo, Sergio- musito.- De verdad que no creo que quieras saberlo. Mi cabeza es un mundo ciertamente peculiar y extraño.

Esboza una sonrisa. Seguro que piensa que todas las cabezas tienen lados oscuros como el que ahora me absorve.
Me quedo embobada siguiendo las líneas de los labios mientras se curvan hacia arriba.
Definitivamente, soy patética además de idiota. Suspiro. "Joooodeeer" corea mi conciencia desesperada conmigo, mientras lee en mi parte menos racional lo que pienso de corazón: "hay que ser ciega: nunca me había dado cuenta de lo guapo que es".

Iraila entró, colgando la fina chaqueta que había sacado en el perchero del hall.

- ¿Tu no sales?- curioseó la joven. Él se encogió de hombros.

- Sabía que tendrías que volver y sabía que no encontrarías a nadie en casa, así que preferí quedarme y que no tuvieras que esperar en la calle- contestó, encaminándose a la cocina.- ¿Quieres un café?

- Vale.

- Te queda muy bien ese corte de pelo… estás aun más guapa- dijo.

- Gracias- musitó ella, recordando las palabras de precaución que aquella tarde había pronunciado su amiga.


La joven siguió los pasos de Lorenzo. La cocina era grande y tenía en el centro un fogón multiusos, donde habían colocado taburetes alrededor. Iraila se sentó en uno de ellos, posando el bolso sobre la improvisada mesa.

- ¿Solo? ¿Azúcar?- preguntó, sacando unos vasos.

- Solo y sin azúcar- contestó, escuetamente. Él rió de nuevo y la miró, mientras calentaba la bebida.

- No pareces de ese tipo de personas a quien disgusta un dulce- comentó, con ironía.

- Ah, ¿pues qué tipo de personas toman el café solo y sin azúcar?- preguntó ella, en tono resentido.

Vertió el líquido en los vasos. Vio cómo él añadía en su café un hilo de leche y azúcar. Se volvió y los posó sobre el fogón. Acercó el taburete más próximo a ella y se sentó.

- Bueno, eres joven, seguro que aun no tendrías que tomarte un buen café como si fuera un castigo amargo.

- Me gusta el café amargo… además, tengo intolerancia a la lactosa- dijo, altivamente.- No podría tomarlo con leche ni aunque quisiera.

- ¿Ni un poquito de azúcar para endulzar?

- El mejor azúcar es el que te da la propia vida.


Dio un trago al café, que calentó su garganta. Observó cómo la miraba, ladeando la cabeza, esbozando una sonrisa apetecible. Era un chico guapo, no cabía duda. Tampoco dudaba lo que la había dicho Maya horas antes. Tenía el pelo del color del heno y unos grandes ojos marrones. Lorenzo posó la taza junto a la suya, rozando la mano. Iraila sintió cómo si una fuerza magnética la impulsara hacia él. Tuvo que contenerse. Recordó sus sueños y notó que ese extraño impulso era el mismo. Quizás el chico de sus sueños también era él…


Maya irrumpió en la cocina y todo sentimiento pareció desvanecerse. Miró con desacuerdo la actitud de Loren y con compasión la de su amiga.

3-11-09

Cántame una nana
de esas de cielo y luna
que mecen en la nada...

No quiero mirarme en el espejo para verme ciega
luchando por subir a tientas
las escaleras desiguales hacia el siguiente piso
escalón a escalón
luchando por no perder el control...
Dame distancia y moveré el mundo...

[parece que no tiene sentido pero, teniendo en cuenta que aun eres mi mundo, si me das distancia puede que salga de tu órbita de una maldita vez... así podré vagar por el infinito espacio y, quizás algún día, me acercaré a echar un vistazo a otros planetas...]
A ninguna parte

Llévame donde a aquel lugar donde no exista el dolor.

Resárcete en esparcir mis restos compunjidos y triturados en pequeños trozos.

Se que, al final, los encontraré para volver a pegarlos.

Quizás no ahora, ni la semana que viene, ni el año próximo, pero lo haré.

Llévame a ninguna parte, pero lejos.

Aléjame de la desidia del alma y el atolondramiento de las palabras.

Prohíbeme mirar donde no quiero hacerlo.

Dame la sabiduría que aun no tengo para distinguir entre ajenos y extraños.

Aléjame de ellos, extraños, y devuélveme a él.

Se me perdió una mitad de mi misma. ¿Recompensa? La felicidad.

No quiero ver sus caras felices.

Tan solo deseo regodearme de su dolor y calmar el mío.

Mal de muchos, consuelo de tontos. Y soy la reina de la tontería.

Pero todo eso me haría feliz, así que prefiero ser tonta mucho tiempo.

Necesito desencadenarme de él. Necesito apartarme de ella.

No quiero escuchar el sonido de sus besos.

No quiero volver a verla, solo quiero que él vuelva.

Sé que no va a volver, así que solo me queda esperar a marchar lejos...

23-10-09

Llágrimas descienden prestas por mis mejillas
reprimiendo los esfuerzos -a duras penas-
de no pensar en querer morir o matar...

Amistad se volvió palabra tricionera
de los labios desiguales que manan quietud
mientras, tranquila, te dejas llevar por la corriente
y yo solo quiero que los rápidos jueguen contigo...

Amor traicionó a la Cordura en un momento crucial
así que me he quedado varada en el camino
y ya no sé si mirar al frente o atrás...

Cómo?
Por qué?
Cuándo?
Dónde?

-demasiadas preguntas sin contestar-

En el silencio atronador que mata las palabras,
los fugaces recuerdos de tus clases magistrales
-esas que versaban sobre los valores que has traicionado-
no saben si invitarme a reír o a llorar
-aunque mis ojeras amoratadas me recuerdan
que no puedo escapar de la segunda opción-

¿Soy cruel?
Eso es lo que me dice él

¿Soy acosadora de palabras?
Eso es lo que se plantea

Realidad y ficción van fundiéndose al son de los lamentos
que se desvanecen entre las horas impertérritas...

Yo solo sé que llevo dos días temblando...
Yo solo sé que llevo un día entero llorando...
Yo solo sé que no puedo vislumbrar el final
de esta pantomima que parece que para mí está creada...

A pesar de todo, ¿sigues creyendo ser mi amiga?
Dime, ahora, ¿dónde cojones se ha quedado la amistad?
Porque si la amistad es causar el dolor ajeno,
de verdad que no la quiero...

__________
Imagen: "Sissi" de Erwin Olaf, serie "Royal Blood"


El callejón estaba oscuro. Iraila miró a los lados, comprobando que la calle central e iluminada quedaba a pocos metros. Echó a andar, abrazándose a sí misma, protegiéndose del frío incipiente que la calaba hasta los huesos. Un leve crujido la hizo parar en seco. El instinto y el sentido común la empujaban a correr, pero se había quedado paralizada en el sitio. Ladeó la cabeza hacia donde provenía el ruido. Allí estaba, era él seguro, con el que había soñado la noche anterior.

- ¿Sabes distinguir una Sombra entre la multitud?- preguntó, dando un par de pasos hacia ella. Iraila se movió, inquieta.

- No entiendo… Las sombras viven de nuestros cuerpos… Sin nosotros, no habría sombras…- contestó, meditabunda, sin dejar de abrazarse. Era el mismo, pero no sabría reconocerle. Su presencia la incomodaba y a la vez la atraía. Pero no había visto su cara, siempre envuelta en la oscuridad.

- Así que no sabes…- dijo, altivo.- Si no sabes, yo te enseño…

El suelo comenzó a moverse, asustando a la joven. Él rió con desconsideración ante su miedo, mientras se fue agrietando el asfalto destruyéndose la calle.


Iraila se despertó sobresaltada. El autobús había entrado en la estación de llegada, provocando el repiqueteo y movimiento del suelo. Suspiró mientras quitaba con la manga las gotas de sudor que perlaban su frente. Había sido un sueño más, otro absurdo sueño como el de la noche anterior. Pensó que el dolor que había experimentado estaba atravesándola hasta el inconsciente, que la mandaba mensajes confusos y cifrados. El autobús paró por completo y las luces auxiliares se encendieron, mientras los pasajeros se levantaban, estirándose después de las diez horas de cansado viaje. Iraila hizo lo propio y desentumeció las articulaciones cuando se puso en pie. Cogió el bolso y comenzó a buscar con la mirada entre las personas que esperaba la llegada en la estación. Maya tenía que estar allí, esperándola, pero no la reconoció entre la gente. El temor a que aquella vieja amiga no hubiera ido a buscarla la puso nerviosa. Se obligó a sí misma a calmarse y recoger, lo primero, las maletas. Luego se preocuparía de encontrar a Maya.


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Foto de "Moyolehuani"

Fragmento de "El Ciclo de las Sombras"




7-10-09

Sonrisa de tragicomedia en los labios rojos,
mágia en los colores de la sombra de ojos
-como las máscaras venecianas interminables líneas
que se retuercen y desaparecen en las mejillas-
silencio en el reflejo sonrojado de los ojos
que enmarcan las iris de marrón templado...

"¿Lloras bajo la sonrisa?"
pregunta, sorprendido

"A veces no se puede enmascarar los sentimientos,
por muchos kilos de mentira sana que quiera poner,
la verdad siempre quedará reflejada en mi mirada"

"Ya no eres la de antes
siempre sonriendo y afable..."
dice, proyectándose a sí mismo

"Perdí la sonrisa, se me fue de bares con el corazón...
por eso ni la una aparece en mis labios
ni el otro me permite el lujo de latir dentro de mi"




Rompiendo el candado (II y fin)

La luz del atardecer iluminaba las viejas estructuras de los edificios romanos del Foro, dándolos un color cercano al dorado.


Lucila paseó entre las piedras, descifró epígrafes incompletos…


- IMP(erator) AVG(ustus)…- murmuraba, mientras entornaba los ojos…


Recorrió el camino que había andado desde el arco del triunfo de Septimio Severo, donde un hindú vendía figuritas más caras que en las tiendas de souvenirs.


Anduvo desde la Piazza Venezia por la vía del Teatro Marcello. Observó el espectáculo que comenzaba al anochecer en la Piazza de María in Trastevere, donde los jóvenes italianos de pocos recursos realizaban malabares y danzas con fuego que impactaban a los turistas, pero no lograban más que mínimas ganancias monetarias.


Callejeando, recordó el restaurante Ivo, donde pidió una mesa para cenar a solas tagliatelle con salsa de salmón.


- ¡Lucila! ¿Come andiamo?


La mujer levantó la mirada, sorprendida, del plato de profiteroles que estaba tomando de postre. Era el mismo camarero que, un año atrás, les había atendido en aquel mismo lugar. Se llamaba Iuliano.


- Andiamo… bene- respondió, insegura, esbozando una sonrisa. Él rió, haciendo que enrojeciera y desviara sus ojos al jarrón que adornaba la mesa, sin saber si había respondido de forma correcta con el italiano chapucero que manejaba.


- Me alegro de verte de nuevo por aquí- dijo, contento.- Pero… ¿y el chico con el que viniste la otra vez?


- Ya no hay chico- murmuró, pinchando en un profiterol, acongojada.


- ¿Y has venido sola a Roma?- preguntó, arqueando una ceja.


- Pues si… tenía que hacer una cosa- respondió. Desde la cocina, llamaron impacientemente a Iuliano.


- Mira, salgo en una hora de aquí… Espérame en el San Calixto y nos tomamos algo, si quieres- sugirió, cogiendo la bandeja de encima de la mesa. Lucila asintió y el camarero volvió a su trabajo.



Sentada en la barra, Lucila fue vaciando el vaso de cubalibre. El aspecto del bar era el mismo que podría haber encontrado ella en su ciudad en una tasca donde un abuelo tomaba el carajillo después de comer. En cambio, el Roma, el San Calixto siempre olía a porro y la juventud romana parloteaba alegremente sobre cuestiones intrascendentales.


Mirando a través de las grandes cristaleras, observó cómo Iuliano tropezaba con la maceta de la acera, antes de entrar por la puerta, cojeando levemente de un pie.


- Mi bella Lucila… Gracias por aceptar la invitación.


Ella sonrió, correspondiendo a los dos besos con lo que él la saludó.



Amaneció en el hotel, desnuda. Sobre la cama, Iuliano dormía plácidamente. Lucila se vistió y salió a la calle.



El puente Milvio estaba esta vez vacío. Se apoyó en la barandilla donde cientos de candados tintinearon. La cogieron por la cintura. Tras el primer asustadizo momento, sonrió tranquila al ver la sonrisa de Iuliano, que portaba un candado con la llave puesta en la mano.


Se abalanzó sobre sus brazos, besándole como hacía tiempo no besaba a una persona. Tomó el objeto de su mano y lo tiró al agua.


- No quiero más candados que luego no pueda quitar de mi alma si las cosas acaban yendo mal…


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Al hilo del VIII reto del Foro Nuncajamás
La imagen extraída de google no he encontrado al autor (como tantas otras). Si llegas a este blog, la foto es tuya y te molesta que esté colgada, avísame y la retiro (digo esto porque entiendo que puede ser una imagen con más valor sentimental que otras que pongo y de las que no encuentro "dueño")


Rompiendo el candado (I)


Aquella Roma quedaba muy lejos ya.


La gente se había acostumbrado a nombrarles como a una persona, pero lo cierto es que ahora eran dos completamente diferente. Lo cierto es que siempre habían sido dos personas diferentes, pero el resto solo habían visto una.


El altavoz la había llamado a embarque hacía más de diez minutos y ella seguía en el cuarto de baño encerrada, golpeando la cabeza contra la pared.


Suplicándose a sí misma no montar una escena, quitó el cerrojo y salió hacia su avión, que la esperaba. Lucila volvía a aquella ciudad en la que años atrás había sellado su amor con un candado en el puente Milvio. Volvía para arrancar aquel candado con sus iniciales y, si era posible, tirarle al fondo del Tíber y que no volviera a la superficie nunca más… como su amor que, después de haber sido arrastrado hasta la profundidad, había agotado las últimas burbujas de oxígeno hasta morir ahogado en el fondo de los sentimientos.


Una azafata la condujo hasta su asiento, mientras observaba cómo las miradas del resto de pasajeros, por sistema, se clavaban en su nuca por haber provocado el retraso en la salida del vuelo.



Al llegar al puente Milvio, a primera hora de la tarde, no pudo evitar que las lágrimas afloraran. Un par de parejas sellaban su amor, como había hecho ella misma un año atrás.


- Ingenuos- murmuró, comenzando a rebuscar entre la maraña de metal que colapsaba el puente. Había buscado en internet la forma de encontrar el dichoso candado y, la mejor respuesta a sus preguntas, fue que sólo conseguiría dar con él si se acordaba del punto exacto donde lo había puesto. Así que fue hasta el centro del puente, rebuscando.


Tardó más de dos horas, pero lo encontró. Se sentó en el suelo y forcejeó con unas horquillas, para lo cual ya se había preparado en casa. Tras unos minutos tensos, en los que su memoria la iba jugando malas pasadas, aflorando los recuerdos, los besos, las promesas… abrió el candado. Se quedó muy quieta, con una sensación en la boca desagradable, como encontrarse con un vello púbico que desafortunadamente hubiera ido a parar hasta los labios. Con un gesto de asco, cerró el candado y lo lanzó con toda su fuerza al agua, ante las miradas sorprendidas de los enamorados en el puente.


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Al hilo del VIII reto del foro Nuncajamás

Anita

Volvía a casa. El autobús la dejaba a una distancia corta del bloque de edificios del extrarradio donde vivía. Anita se subió en el transporte público, abonó su euro de pago y se sentó al fondo. No había mucha gente aquel día.

Pensaba en su padrastro Miguel. Odiaba a aquél tipo de manos grandes que se cerraban en puños con una frecuencia escandalosamente corta. Se cerraba e impactaban en su estómago. Había vomitado tantas comidas que no se acordaba de lo que era un día tranquilo.

Paró el autobús y se montaron varias personas. Un chico de unos veinte años y pinta no muy agraciada se sentó a su vera.

Hoy comería tranquila, que Miguel se marchaba a hacer unos trámites a la capital. Suspiró y esbozó una sonrisa.

- ¿Cómo te llamas?

Miró con desdén al chico que preguntaba. Tenía granos en la cara, se movía intranquilo y ceceaba.

- Ana- contestó, secamente, mirando por la ventanilla.

- Yo me llamo Luis- dijo él, como si no fuera la cosa consigo. Anita miró de reojo.

- Vale.

Volvió a sus pensamientos. Aquella tarde haría los deberes para el lunes llevarlos a clase y que no la echaran la bronca los profesores por descuidada. Ordenaría su cuarto y, después, bajaría a jugar con sus vecinas al patio...

- ¿Cuántos años tienes?- preguntó.

- 12- respondió, concisamente.- Y me bajo en esta parada.

Llamó al timbre y el autobús frenó. Él se levantó hábilmente.

- Yo también.

Salieron del autobús. Anita se encontraba intranquila.

- Adios- murmuró.

- ¡Espera! ¿Qué vives? ¿En la Zona?- preguntó. La joven suspiró y se giró para mirarle.

-Sí.

- Mis abuelos también. Voy a ir a visitarlos. ¡Qué bien! Así te acompaño...

Anita echó a andar, preocupada. A ella no la parecía tan bien que la acompañaran.

- ¿Quiénes son tus abuelos?- preguntó, tratando de tranquilizarse si averiguaba de quién era nieto.

- ¿Vas a los talleres que hace la Asociación de Vecinos? Yo he participado en alguno...

- No, la verdad es que no tengo tiempo- murmuró, sabiendo que la realidad era que no podía ir porque su padrastro no la dejaba.

- Ven, vamos mejor por esta calle.

Anita le siguió, callejoneando por el atajo. Era un camino más corto, entre naves y almacenes, pero él andaba muy despacio.

- ¿Te han besado alguna vez?- preguntó, en voz baja, acercándose a ella.

- No- musitó la joven, acercándose a la pared mientras la cortaba en paso. La cogió por la cintura y trató de besarla en los labios. Anita se separó lo suficiente para notar su boca en la comisura. Se desasió de él y apretó el paso.

- ¿Qué te pasa?- preguntó, extrañado, siguiéndola.

- Que no quiero que me des un beso, que no te conozco de nada- contestó, molesta, entrando en la calle que daba a la puerta de su casa. Echó mano a las llaves, palpitando temeroso el corazón en su pecho, temblando las manos al intentar meter la llave en la cerradura.

- ¿Quieres venir conmigo al cine? Te vengo a buscar a casa- dijo Luis, cerrándola el paso a la puerta. Anita quería llorar pero no debía hacerlo, no debía mostrarse más débil aún de lo que debía estar aparentando en ese momento.

Se abrió la puerta.

- ¡Miguel!- exclamó la joven, con una nota alegre en cada letra del nombre. Luis salió corriendo.

- ¿Quién era ese?- preguntó, con enfado.

- No lo sé, pero me estaba molestando...

- Sube a casa ahora mismo.

Anita notó la palma de su mano en la cara y un picor dolorido que la envolvió. No dijo nada más y subió a casa. Aquel tortazo quizás la había salvado de algo aun peor...






























Inocencia

Pasaron las horas. El viento golepó como una llamada frágil en el cristal de la ventana. Los agujeros negros del destino habían marcado un punto (y seguido?) en el alma.

Se levantó de la cama, desnudo y tibio.

Ella quedó temblando, reconociendo el sino.

Entre las sábanas el mundo parecía distinto y se aferró a la almohada. El alcohol que había acompañado a la noche dio paso a la inquietud sobria de la mañana.

- Me voy- dijo, con quietud en cada sílaba.

Cerró la puerta y la habitación quedó vacía. Ella rompió a llorar.

Sabía que no debía haberlo hecho, pero era tal el deseo...

Ella quería que todo volviera a ser como antes, él que no cambiara nada.
Ella quería dibujar corazones en el aire, él volar libre por el mundo.

Ella había contado las horas desde que se marchó de su vera. Él veía los minutos como oportunidades cercanas que no dejar escapar.

El reencuentro en la noche pareció inclinar la balanza hacia las esperanzas de ella, la mañana sombría empujó hacia la decisión de él.

No se habían prometido amor eterno.
10-9-09

Del silencio... los cantares

de la nada... juglares parlanchines

De la vida... la muerte
de la incertidumbre... el saber en todo momento

Del mecanicismo... sentimentalismo
del obtusismo... amplitud de miras


NO

SABEMOS
VIVIR
EN
PAZ


- Me pareció gracioso verte trabajando... Pero vamos, podrías haber sido tu u otro cualquyiera...
- Pensé por un momento que tal vez era alguien especial para ti- contestó, haciéndose el ofendido, con gestos muy forzados y cómicos, lo cual provocó la inevitable risa de la joven. Soleil, ¿qué tiene de gracioso ver como trabaja alguien?
- No lo sé, la verdad. Me pareció una buena oportunidad de ver las distinttas conexiones sociales que puede tener ua persona, que ha dado la casualidad de que eres tú, pero vamos... ya te he dicho que podía haber sido cualquier otra persona.
- Ya puedes añadir a tu estudio unas líneas más con eso. Últimamente se han torcido las cosas en el 'curro' y los nuevos que han etrado me sacan de mis casillas, así que no me relaciono apenas con ninguno. Por otra parte, el hecho de que me humillaras en las fiestas de carnaval me ha llevado a una situación de inestabilidad en el grupo de los que se supone que son mis amigos y la única persona con la que me gusta hablar y pasar las horas estoy convencido de que me daría un puñetazo si tratara de besarla...
Soleil se sonrojó. No se lo esperaba. Las palabras que había dicho sí, por supuesto, pero no esperaba ponerse roja. Él se percató, mientras andaban juntos, a través del camino arbolado que daba a parar a casa de la joven. Al fondo pudo ver la luz del salón. Su madre estaría esperando para echarla la bronca por salir a la calle sin paraguas en una noche como esa. Paró en mitad del camino, mientras Romeo la cogía ambas manos entre las suyas. Soleil sintió la punzada aguzante en el estómago, el corazón latiendo muy por encima de lo nomal, calor desde la punta de las orejas hasta los dedos de los pies y una inexplicable necesidad de apretarse contra su cuerpo y besarle salvajemente. Cuadno los labios de Romeo se encontraban ya a escasos centímetros de los suyos, abrió los ojos de par en par, dándose cuenta del error que iba a cometer estúpidamente.
- Lo siento- murmuró, rozando sus labios. Se apartó no sin pesar de sus manos, que la apretaban la cintura, y corrió hasta su casa, mientras las gotas de lluvia enfriaban su cuerpo, aun cálido.

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Fragmento de "Luna de Noviembre" dedicado a Carlos :) El dibujo me ha salido "más pa allá que pa acá", pero lo he intentado!
2-9-09

Arrástrame

sumérgeme en el fuego del infierno
que se hiela al contacto de mi piel.

Arrástrame

guíame por los abismos imperecederos
que se ensanchan para abrirme paso.

Arrástrame
aráñame
muérdeme
siénteme
fóllame...

...hazme tuya
y yo prometo que te mataré sin sufrimiento



31-8-09

Recogiendo fuerzas de donde no hay,
luchando por mantenerme despierta,
soñando el final perfecto
-en este mundo imperfecto-

La partida sobre la mesa
-las cartas no dan tregua-
apostaré con cordura
para salvar el tipo.

Dame un as y cambiaré el mundo
-al menos mi mundo-



Se acercan los títulos de crédito
(o los últimos créditos del título)



25-8-09

Pasa las horas mirando perdida
a través de la cortina de humo
blanca, árida, densa,
dulcificando la garganta cansada de hablar
con el sabor dulce de la hierba seca..

Pasaba las horas tratando de recordar
las horas en las que reía sin cesar,
los ojos rojizos que se cerraban
involuntariamente sonrientes
cuando el humo la llenaba desde sus labios
apretados para no escapar por las comisuras
de los labios resecos y apasionados.

Pasaba las horas sentada mirando sin mirar
recordando la felicidad como una ilusión
que acababa cuando apagaba la colilla
en el pequeño montón del cenicero...

Dónde estaba la felicidad?
Dónde los días alegres?
Dónde sus labios?
Dónde su risa?

...

En la mano cubrió la línea verde
con su vestido de fina gasa blanca.

Entre sus dedos, con delicadeza,
giró sin miedo a romper su fragilidad.

Puso la almohada hueca a un lado,
al otro giró el vestido hasta cerrarlo.

El calor del fuego purificó desde los pies su alma,
sintiendo la humedad en leve presión sobre el opuesto.

-Tierra, aire, agua y fuego-
la conjunción de los elementos
en la fragilidad de la ilegalidad

...

Entornó los ojos desde la mirada perdida
¿había pensado en algo?


"Tock, tock!"

¿Quién es?

La felicidad!

...

...Déjalo, que no estoy de humor...



17-8-09

Rasga con tu voz el viento!

Al compás de los dedos que acarician las cuerdas,
al compás de las manos que marcan el ritmo,
al compás del cuerpo que se balancea inquieto...
...que sigue tus ojos en la inconmensurabilidad de la nada,
que sigue tus manos en la oscuridad de la noche,
que sigue tu poesía a la luz de la luna...




Slieve Bloom

Hace años, siguiendo el camino del bosque de Slieve Bloom, me ocurrió una cosa muy curiosa...

Paseaba al inicio de la tarde, como hacía siempre, con un libro bajo el brazo, con intención de leer bajo la sobra de un árbol, la espalda sobre su mullida cubierta de musgo sobre el tronco...

Un cansancio, surgido de la nada, provocó la pesadez de mis párpados que, imposibles de mantener abiertos, finalmente cerraron, sumiendome en un profundo sueño.

>>Soñando soñé que soñaba, con una misteriorsa elfa y una atractiva dama. La elfa de ojos brillantes y oscuros, contaba más de un centenar de primaveras. La dama de mirada temerosa, era princesa del castillo de... Una ráfaga de viento me impidió escuchar el nombre, mientras la joven se presentaba.

>>Las manos sellaron el pacto de no retorno en la petición. La princesa recurría a ella dado que, pese a su juventud, sabía que tenía una grave dolencia que solo la anciana elfa conseguiría llevarse consigo: el dolor de sentir que solo era amada por su belleza. La anciana la miró con sorpresa "Solo hay una solución a tu problema, pero es quizás tan doloroso como..." el llanto rasgó la quietud del aire, emanando la voz desde los pulmones de la princesa, desgarrada en su inconsciencia... La elfa, no sin pesar por tener que cumplir el pacto, levantó las manos al cielo y una nube de polvo dorado cubrió el cuerpo yacente, que respiraba pesadamente.

>>La belleza de la princesa se convirtió en anciana deprepitud. Horrorizada por su fatal error, se perdió aullando como un animal salvaje entre la espesura del bosque.
La elfa nunca más volvió a sellar un pacto antes de escuchar la petición de cura... Las enfermedades físicas no entrañaban riesgos, pero las enfermedades de la mente y el corazón no tenían fácil solución.

...

Desperté con una ráfaga de viento frío meciéndome mientras caía el sol en el horizonte. Desperezándome, fui recorriendo el sueño que se había grabado en mi mente... Recogí el libro del suelo y me encaminé a casa, comenzando a notar una intranquilidad nada propia de mi en ese lugar que emanaba paz... Miré de reojó a la profundidad del bosque. Un aullido de voz casi humana desgarró el silencio. Dos ojos negros como la noche que se acercaba y brillantes como gemas preciosas me miraron desde el árbol en el que acababa de estar.

Corrí hasta casa con toda la velocidad que me permitieron las piernas y me acosté sin cenar ni hablar, omitiendo el sueño y aquella mirada de mi memoria... Hasta hoy.

Estoy en el camino de Slieve Bloom y marco el suelo con la firmeza de mis pasos. Aquello fue solo un sueño y, por culpa del mismo, la imaginación me jugó una mala pasada. Fue eso, tan solo la imaginación... Un aullido penetra en mis oídos. Cierro los ojos "Tan solo fruto de mi imaginación" me repito en mi cabeza. Les abro y una mano se posa en mi hombro, helandome el miedo las entrañas. Los dedos son arrugados y con manchas de la edad. La cabeza me da vueltas y las piernas me fallan. "Tan solo mi imaginación" me repito, antes de perder la consciencia.

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Al hilo del tercer reto de microrrelatos del Foro Nuncajamás
Web oficial de Slieve Bloom http://www.slievebloom.ie/index.html