19/12/11

 
 
 
Me congelo sin nieve
en este invierno sin luz
de recuerdos maltrechos,
de calles llenas de nada
y camas vacías de tí.

Los recuerdos que duelen casi más que las palabras,
que se mezclan en el abismo de las cosas perdidas,
gritan al oído
gimen lloros
hasta dejarme en un sinsentido
de convulsiones calladas
y sentimientos derramados
como la sangre se pierde de la herida
que no ha curado.

-...y te desangras lentamente...-


6/11/11


Un día tras otro pasa, 
encadenado a la melodía de la lluvia tardía
del otoño que todavía frustrado
araña el calor del verano con sus uñas de viento.

¿Dónde se ha escondido la luna?
Hace meses que no la veo brillar
se escondió entre las nubes 
y parece que ahora solo sabe llorar
mojando tejados, pelos, pieles y asfalto.

Se arranca la piel
se come sus propias entrañas
paladea cada latido del corazón
cada gota de sangre
cada lágrima salada 

Se araña
se deja los dedos en carne viva
y escribe con pulso tembloroso en el suelo negro
que para qué tener sentimientos
si le devoran el alma como el fuego
hasta que su corazón se quede carbonizado
y, quebradizo, se escurra entre los dedos
mezclándose el polvo oscuro con la sangre
a la intemperie del invierno.

5/10/11


Y se perdieron entre los pasillos
corriendo de la mano,
huyendo de invisibles enemigos;
se escondieron en los baños
riendo cual niños que han roto un plato...
...se miraron a los ojos,
se acercaron los labios,
tiraron al suelo carpetas, apuntes y folios en blanco.
La puerta fue su colchón,
mientras ella aferraba sus caderas con las piernas
respirando agitada y perdida ya en su piel,
mientras él la sostenía en equilibrada armonía
recreándose en el olor de su pelo.

En la facultad algunos rieron el descaro
de tal aventura que, envidiosos, tildaron de parvulario.

3/10/11




Serenamente me siento a observar
cómo a la calidez del otoño
las hojas comienzan a marchitar,
cayendo lánguidas y volubles.

Pasan los días bajo la lluvia
que ensordece la búsqueda de la felicidad
en tus ojos cansados,
absortos en un punto impreciso
de un caminar que no es el mío.

Ya no sé si hace frío o calor
si entre las sábanas no encuentro tu piel,
la caricia de tu mano en mi pelo,
en mis senos, en mis labios;
si no se escucha el sonido quebrado del somier
y, sonrojada, me entra la risa
pensando en quién pudiera escucharnos;
si cuando el sol se empieza a colar
entre las rendijas de la ventana
no noto el sudor perlando nuestra piel...

...Si cuando lloro desesperada
no me quitas las lágrimas.

Ella

 

Bailaba en el poco espacio que la permitía el honor de la primera fila del concierto. Se movía al son de las guitarras, oscilando las caderas en suaves balanceos, girando la cabeza con una sonrisa en los labios. Cantaba cada canción con la precisión del apuntador en las antiguas representaciones teatrales. 

Él había instado a su grupo de amigos para acercarse todo lo que pudieran hasta donde se encontraba la muchacha. Según fueron adelantándose, algunas personas gruñeron la osadía de colarse. No les miró, no podía apartar los ojos de ella. Debía tener veinte años o alguno más. 

- Buen concierto- dijo el chico, alzando la voz para que pudiera escucharle entre los amplificadores de sonido. Ella le miró con una mueca entre desprecio y extrañeza y siguió cantando “…Que sembla tan clar que ens equivoquem com que ho anem a fer!”*

Él tomó una distancia prudencial entre ambos y decidió no molestarla más.

Cuando acabó el concierto, mucha gente se marchó del bar. Los camareros volvieron a poner las mesas, que se ocuparon al poco rato. La muchacha de la primera fila se sentó con unas amigas. No pudo evitar mirar sus cabellos rojos como el fuego cayendo sobre su hombro desnudo y blanco. Quiso marcharse del bar, pero sus amigos decidieron quedarse un rato más. Se excusó, fue a la barra, pidió una cerveza y salió del bar. Ya era noche cerrada pero, como buen verano, hacía más calor fuera que dentro del local. Echó mano a su cajetilla de tabaco y no la encontró. Palmeó todos sus bolsillos, maldiciendo entre dientes. Escuchó el chasquido de un mechero a poco más de un metro de él. Levantó poco a poco la mirada y vio su cajetilla sujeta por la delicada mano de la muchacha, con las uñas largas pintadas de azul brillante y oscuro. 

- Se te ha caído del bolsillo de atrás cuando salías- dijo, con voz melódica.- Deberías tener más cuidado.

- Gracias- se limitó a contestar él, cogiéndola. 

- He aprovechado para autoinvitarme a uno- comentó, riendo.- No te importa, ¿verdad?

- No, en absoluto- respondió, rápidamente, tratando de quedar lo mejor posible.- No se le puede negar una invitación a una señorita.

- No soy una señorita- gruñó ella, dando una larga calada al cigarrillo y escupiendo en el suelo.- Nunca he sido una señorita, ni lo seré jamás. 

Él sonrió. Era la chica más extraña que había conocido hasta el momento. Le gustó su respuesta.

- Bien, ha quedado claro que no eres una señorita- dijo, tratando de encontrar las palabras que fueran más apropiadas.- Así que, como no lo eres, supongo que me resultaría inútil intentar ligar contigo como con cualquier otra chica.

Ella le quitó la cerveza de la mano, con una sonrisa maliciosa y le dio un trago. Le clavó los ojos verdes, que lanzaban destellos como piedras preciosas, en los suyos.

- Cuando me conozcas, verás que no soy una chica cualquiera.




* “¡Que parece tan claro que nos equivocamos como que lo vamos a hacer!”, extraído de ‘El Miquel i l’Olga tornen’ del grupo Manel

Shock

El sonido de unas ruedas que chirrían sobre el asfalto. Veo el coche blanco, veo la cara descompuesta del conductor tan cerca que casi puedo oler su miedo. Me llegan las notas de la música que voy escuchando en medio de los gritos. Cierro los ojos, acto reflejo en ese último instante, justo antes de notar el morro del coche hundiéndose en mis piernas.

Yo nunca cruzo mal una carretera. Recuerdo tu voz asustándome "¿Y si te atropellan?" Tú siempre cruzas mal. Yo te echo en cara tu inconsciencia... "Te pueden atropellar". Recuerdo cómo me agarrabas la mano y me obligabas a cruzar mal contigo. "Si algún día me atropellan será culpa tuya, lo sabes, ¿no?"
Sé que debería doler, pero mis piernas son una parte del trapo con el que está hecha esta pequeña muñeca. Me dejo llevar, no hay más solución. Ruedo violentamente sobre el capó. El tiempo pasa muy despacio. 
Empecé a contar los días que pasaban cuando me dejaste. En aquel momento parecía que nunca iba a dejar de llover. En cierto modo, nunca había cesado. Había imaginado el momento de volver a vernos. tú estarías al otro lado de la calle, esperando. Yo cruzaría sin mirar y caería en tus brazos. Nos besaríamos, olvidaríamos el pasado y comenzaríamos desde cero. Pero ese día anhelado tardaba en llegar.
La inercia movió mi cuerpo y volé un instante sobre el asfalto. Siempre me había preguntado qué sensación era ésa, la de volar... Amigos, es el sentimiento de la total libertad. En esos segundos supe que nada se interponía en mi camino.

Mi cabeza dio un golpe seco contra el suelo. Abrí los ojos un instante. Gente que no conocía se agolpaba a mi alrededor y me instaban a no marcharme. No les escuché. No era tu voz la que suplicaba que me quedara.

Nadie esperaba al otro lado, lo sabía. No miré al cruzar. No había brazos abiertos ni besos de reconciliación. Nunca sucedería. 

Por eso crucé sin mirar y, ahora, lo único que quedará en el recuerdo será la mancha de mi sangre en el asfalto.

26/5/11






Tormenta de fuego, realidad y cenizas,
que ruge desde las entrañas de la tierra
preparada para vomitar con violencia
lenguas abrasadoras de lava
que arrasen todo a su paso,
como la realidad arrasa los sueños.

Me quemo, ennegrezco, se me cae la piel
chamuscada por las lenguas de lava.
Músculos, tendones, venas y sentimientos
van desapareciendo inexorablemente
y solo van quedando los huesos
esqueleto de ideas que se resiste a desaparecer
como las ideas tercas, como las pasiones.

Hueso, solo hueso azul,
carbonizado

ojos derretidos en sus cuencas para no verte

lengua deshecha en la boca para no hablarte

nariz arrancada del rostro para no olerte

falanges descubiertas para no sentir el tacto de tu piel


17-5-11


He vuelto a engordar
se me ha puesto el puto culo más gordo
de esta jodida ciudad.

Me voy a cagar en los pinchos
que me he comido estos meses
a la hora del café
hora del café
del coño café
coño
bebe café
solo café
 c o n   c i g a r r o   d e s p u é s

13/3/11

¿Qué ocurre cuando rompes la luna 
en mil pedazos irreconocibles?
Su fragilidad se dispersa
se pierde en el infinito de la noche.

¿Qué ocurre cuando esperas amanecer de nuevo
como la luna nueva
y nunca vuelves a brillar?

La noche se quedará oscura
faltará el reflejo del sol
las caricias del alba no volverán
el brillo de ls estrellas sabrá a poco
y en esa inconmensurable noche se la echará de menos.


¿Tu me vas a echar de menos?
¿O también mentías en eso?

Cuando se pierde el límite de la realidad
las horas siempre se vuelven un poco más densas
los días un poco más largos
y las noches un poco más solitarias.

Y te imagino mirando por la ventana
sin encontrar la luna después de tres noches en vela
de pensamientos encontrados, soledades, cobardías y sueños frustrados.
Quizás te preguntes por qué ya no está.
Quizás no le des importancia.
Quizás no te des cuenta que no volverá a brillar
Quizás no te importe.


Quizás nunca eches de menos su presencia.



10-3-11



Sonidos de la calle
alternan con los ruidos de mi cabeza,
que no paran de golpear el cerebro,
zumbidos que escucho cuando estoy en silencio
-y me gusta el silencio
pero me coartan los zumbidos
me rompen-

Los días grises son los peores,
ese resol que hace que parezcas
estúpido con gafas oscuras,
estúpido con los ojos entrecerrados,
estúpido sin más.

Me mezco en mi mareo
en la mecedora de mi cuerpo
-cabeza alta
ojos entrecerrados
zumbidos dañinos-

Solo me calmo pensándote