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¿Disfrutas viéndome sufrir? Oh! Debería haberlo imaginado...

Ladeo la cabeza, tratando de evitar su mirada. Quizás ni siquiera habría hecho falta: estoy casi convencida de que él se siente incómodo. Creo que, en este momento, en este caso concreto, vendría muy bien un cuchillo para cortar la tensión a nuestro alrededor...

"Imbécil" dice la voz de mi conciencia "Idiota, ¿no eres capaz de admitir que no quiere nada? Deja de hacerte pajas mentales, como aquella en la que te le tirabas... Mente sucia, depravada, degenerada..."
Sacudo la cabeza, tratando de callar esa vocecilla que no me deja en paz. Le miro de reojo. Sergio sigue la música y esboza una sonrisa mientras mueve ligeramente los labios... Daría tanto por rozarlos... "Otra vez, idiota? Es que no aprendes..." La vocecilla me insulta hasta que la ahogo en otro trago de cerveza. Se me escapa una risita entre dientes por mi victoria imaginaria contra esa puñetera voz.

- ¿De qué te ríes?- pregunta, enarcando una ceja, con expresión de extrañeza y curiosidad. Suspiro. Sus ojos son almendrados y verdes. Le pego otro trago a la cerveza. Su piel es muy suave al tacto. Enciendo un cigarrillo. Sus labios son finos y muy expresivos. Suspiro otra vez. Él espera.
- Bueno, supongo que de algo que acabo de recordar...- musito, evadiendo la pregunta. "Mierda, Nerea, gilipollas! Estás tonta, en serio... Quieres callarte de una jodida vez? No necesita más explicaciones y tu no quieres ahuyentarle" la vocecilla parece más calmada. Es cierto, quizás no necesite más explicaciones, pero soy demasiado sincera. Soy sincera hasta el suicidio colectivo de mis sentimientos.

Debería centrarme sencillamente en el nuevo proyecto. Debería estar pensando en que todavía no me he apuntado al concurso de fotografía y deberia haberlo hecho. Se me acabará el plazo. Pero ahí está, desconcertándome de nuevo. El reino oscuro de las carencias y necesidades se afana en destrozarme interiormente, recordándome cada muy poco tiempo lo que me falta, recordándome que estoy incompleta hasta el absurdo.

- ¿Nerea?
Vuelvo al mundo real y me engancho a sus ojos verdes. Definitivamente, estoy enganchada a la gilipollez en estado puro, a la tontería más profunda. Soy una idiota, como bien me ha dicho mi vocecilla.
- Déjalo, Sergio- musito.- De verdad que no creo que quieras saberlo. Mi cabeza es un mundo ciertamente peculiar y extraño.

Esboza una sonrisa. Seguro que piensa que todas las cabezas tienen lados oscuros como el que ahora me absorve.
Me quedo embobada siguiendo las líneas de los labios mientras se curvan hacia arriba.
Definitivamente, soy patética además de idiota. Suspiro. "Joooodeeer" corea mi conciencia desesperada conmigo, mientras lee en mi parte menos racional lo que pienso de corazón: "hay que ser ciega: nunca me había dado cuenta de lo guapo que es".

El callejón estaba oscuro. Iraila miró a los lados, comprobando que la calle central e iluminada quedaba a pocos metros. Echó a andar, abrazándose a sí misma, protegiéndose del frío incipiente que la calaba hasta los huesos. Un leve crujido la hizo parar en seco. El instinto y el sentido común la empujaban a correr, pero se había quedado paralizada en el sitio. Ladeó la cabeza hacia donde provenía el ruido. Allí estaba, era él seguro, con el que había soñado la noche anterior.

- ¿Sabes distinguir una Sombra entre la multitud?- preguntó, dando un par de pasos hacia ella. Iraila se movió, inquieta.

- No entiendo… Las sombras viven de nuestros cuerpos… Sin nosotros, no habría sombras…- contestó, meditabunda, sin dejar de abrazarse. Era el mismo, pero no sabría reconocerle. Su presencia la incomodaba y a la vez la atraía. Pero no había visto su cara, siempre envuelta en la oscuridad.

- Así que no sabes…- dijo, altivo.- Si no sabes, yo te enseño…

El suelo comenzó a moverse, asustando a la joven. Él rió con desconsideración ante su miedo, mientras se fue agrietando el asfalto destruyéndose la calle.


Iraila se despertó sobresaltada. El autobús había entrado en la estación de llegada, provocando el repiqueteo y movimiento del suelo. Suspiró mientras quitaba con la manga las gotas de sudor que perlaban su frente. Había sido un sueño más, otro absurdo sueño como el de la noche anterior. Pensó que el dolor que había experimentado estaba atravesándola hasta el inconsciente, que la mandaba mensajes confusos y cifrados. El autobús paró por completo y las luces auxiliares se encendieron, mientras los pasajeros se levantaban, estirándose después de las diez horas de cansado viaje. Iraila hizo lo propio y desentumeció las articulaciones cuando se puso en pie. Cogió el bolso y comenzó a buscar con la mirada entre las personas que esperaba la llegada en la estación. Maya tenía que estar allí, esperándola, pero no la reconoció entre la gente. El temor a que aquella vieja amiga no hubiera ido a buscarla la puso nerviosa. Se obligó a sí misma a calmarse y recoger, lo primero, las maletas. Luego se preocuparía de encontrar a Maya.


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Foto de "Moyolehuani"

Fragmento de "El Ciclo de las Sombras"




Mi cara debe ser todo un poema... Sergio me mira, con ojos incrédulos, sin dar crédito al leve roce de mi mano contra su mano.
- Lo siento- murmuro, avergonzada, mirando el hueco del sofá entre ambos. No estoy muy segura de su reacción. Sé que probar suerte con él podría llevarme a un fracaso estrepitoso y que todo podía acabar con nuestra amistad. Irónico... ¿verdad?
- ¿Por qué?- contesta. No sé reconocer los sentimientos. Perdí la capacidad de ello en mi relativamente arga relación con mi ex novio -casi cinco años dieron para muchas cosas-. También perdí la capacidad de seducción porque, al fin y al cabo, no me hacía falta. Así que ahora me encuentro sentada en el sofá de Sergio, al que acabo de echar un tiento con más pena que gloria, esperando a que me invite amablemente a que me marche de su casa... ¿y me pregunta que por qué lo siento?
- Bueno, yo...- ¿y ahora qué demonios le digo? Alzo la mano y rozo con los dedos su cara, en un acto puramente suicida.
...
El silencio no me deja pensar. Tan sólo siento el roce de su mano en mi cara, como si mis manos se hubieran reflejado en un espejo, que me devuelve todo aquello que hago. Acerco mi boca a su mejilla... Voy a darle un beso y me voy a marchar... Va a ser lo mejor para todos...
Mientras limito el espacio entre ambos, no me atrevo a mirarle a los ojos, pues sé que me encontraré con el reflejo de sus sentimientos. Ahora me encuentro en la oscuridad de la nada, rodeada por el silencio y el olor de su pelo, al que me acerco con cautela. Sus labios se encuentran con los míos. Horrorizada por la falta de cálculo, me aparto con brusquedad, abro los ojos y me encuentro con su cara, plácida y sonriente, mientras sus párpados se van abriendo.
- ¿No era eso lo que querías, Nerea?- me pregunta, moviéndose hacia delante en su asiento, eliminando de nuevo la barrera corporal entre ambos.
- No sabía si estarías dispuesto a...- me limito a musitar, sin acabar la frase. "No sabía si estarías dispuesto a corresponder mis peticiones implícitas en la conversación que hemos tenido" reconstruyo en mi mente la frase completa. Él se mueve, lentamente, quizás calculando la posibilidad de que me entre miedo por la situación y salga escopetada sin querer saber nada. Sergio tampoco tiene mucha experiencia ligando... Me voy recostando sobre el sofá, a la vez que él se echa sobre mi y me besa con pasión. Hacía tiempo que había fantaseado con esta misma situación. Enmaraño mis dedos entre su pelo, mientras comienza a recorrer mi cuello con los labios y mi mente comienza a evadirse entre los páramos de la sexualidad más pura. Noto su ansia entre mis piernas, mientras me quita la camiseta y ante sus ojos se abre un mundo desconocido.
- Pero sólo será sexo- recuerdo la premisa inicial que todavía no le había formulado, de repente, saltando las palabras como balas perdidas.
- Sólo sexo- responde él, con la respiración agitada, desaborchándose los pantalones...

Un jadeo me despierta en mi cama. Me miro extrañada y recuerdo lo que acabo de soñar. ¡Hay que joderse! ¿Sergio? Me río en mi interior, pensando en lo descabellado de la situación.
Además, sigo con Raúl y en poco más de un mes haremos cinco años juntos. Vaya tontería pensar que no vamos a seguir así. Qué tontería soñar con tener sexo con Sergio... Además, qué raro... Apenas le conozco, en comparación con el resto de mis colegas, ¿por qué querría con él? Siempre me ha parecido un poco bicho raro...
"Ale, a ducharse y desayunar" me anima la vocecilla de la conciencia "luego, simplemente, olvida todo eso" me recomienda.
Asiento con la cabeza, lentamente, mientras me estiro sobre la cama, preparada para levantarme al nuevo día.
Me río por la ocurrencia de mi inconsciente... ¿así que Sergio, eh? ¡Vaya tontería!
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Fragmento de "Corazón de mimbre" (título provisional, de la canción de Marea)


...Un gran árbol formado por las experiencias vitales que la rodean. Tiene un frondoso ramaje, como su inteligencia e imaginación, y un tronco grueso y fuerte que la aguanta los vaivenes de la vida. Así ve Sienna su alegoría en el momento cúlmen de su carrera como escritora infantil en Oceanía.

Un día cualquiera, en el chalet de su Nueva Zelanda natal, mata la tarde hasta una entrevista en la televisión viendo un documental sobre la Guerra Civil Española.
Su vida da un giro drástico cuando ve una fotografía que la resulta familiar: un miliciano y una joven voluntaria abrazándose en el frente. En un impulso, busca en el desván y, en el baúl de los abuelos, encuentra la imagen que busca: una foto de ellos sentados en una terraza de Barcelona.
Sienna sabía algo de la historia de sus abuelos, tanto como su madre la había contado, y no había sido mucho.
En ese momento decide que tiene que saber más sobre sus raíces. Los árboles fuertes tienen unas raíces aun más fuertes y profundas. El problema que se plantea es que sus padres recientemente fallecieron en un accidente y no tiene más información sobre sus abuelos que aquella fotografía, unos pocos efectos personales y la certeza de que ambos estuvieron luchando en la guerra de un país que no era el suyo, a saber por qué...

Esencialmente se trata de un viaje por el mundo buscando información sobre sus abuelos, hablando con supervivientes y reconstruyendo la historia de su familia, que nunca había dado la más mínima importancia.


"Retrospectiva"
(proyecto)


"...Así, Marta se iba desquiciando poco a poco, imaginando en su universo paralelo cuando llegaría el momento... Claro está, que en ese mundo que se había creado desde niña, no tenía ningún problema en gritar su sexualidad, porque toda la gente se aceptaba sin condiciones. En ese mundo perfecto -en el que no había reproches, ni risas a sus espaldas, ni nada de nada-, en ese maravilloso lugar, pasearían por las calles empedradas de la mano. Y así, andando lentamente, en la plaza más limpia que reflejara la luz de la luna en el brillo húmedo de la antigua piedra, acariciaría el torso de María y rozarían sus labios. Marta sonreiría y su amor correspondería apretándola entre sus brazos y uniendo el puzle que formaban las lenguas y los labios.
Pero estaba claro que eso sería en su mundo imaginario, porque allí delante tenía a su amada María, balanceando la copa en su mano y apoyada sobre el protector pecho de su novio Bruno..."

Las Lindes (proyecto)