Rangimarie no estaba, esta vez, en la puerta. Había pedido el turno de noche para quedarse con ella y enterarse el primero de qué la pasaba, pero le habían obligado a marcharse a casa. Ya se había implicado mucho más de lo necesario en el caso. Era el momento de abandonarlo o retirarle a la fuerza.
Los médicos hablaban entre sí, dirigiéndose a ella con la jerga técnica que no entendía ni en inglés ni en castellano.
La doctora Evans se sentó acuclilló amigablemente frente a ella, casi como si estuviera tratando con una niña pequeña. Eso era algo que no la gustaba de su condición de extranjera, que todavía la hablaban como si no tuviera absolutamente idea de tratar en ese idioma. ¡Por amor de Dios! Llevaba ya diez años en Sidney… Ya sabía perfectamente el idioma… A Julia la entró un sentimiento de indiferencia bastante fuerte. Solo quería cenar y dormir, nada más. Pero la doctora se afanaba en hablarla serenamente, buscando las palabras más sencillas, repitiendo constantemente la coletilla “understand me?”. No es que no la entendiera, su cara de indiferencia era por el mero hecho de que no quería escucharla.

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Fragmento de "La vuelta atrás" (título provisional)


2 comentarios:

Rebeca Gonzalo dijo...

Aprovecho para visitarte y recordar que espero impaciente ese segundo párrafo para dar continuidad a la historia o.k? Cuando lo tengas mándamelo a mi correo. Gracias.

Rebeca Gonzalo dijo...

Necesito conocer más de Julia. Indagar en su pasado, por qué eligió Sydney y no otro lugar, cómo conoció al chico...